El papel del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte durante la Segunda Guerra Mundial fue trascendental. El primer ministro británico durante gran parte de la contienda, Winston Churchill, tuvo una postura firme y clara, en la cual jamás se rendiría y lucharía hasta el final por la derrota del enemigo. De hecho, fue el único país (sin contar a Australia y Nueva Zelanda) que luchó en toda la guerra, desde el 3 de septiembre de 1939 hasta el 2 de septiembre de 1945.
En los años de duración de la guerra, el Reino Unido estuvo desde un principio en desacuerdo con Hitler, y posteriormente, contra el Reino de Italia y Japón. Además de ser escenario de la batalla de Inglaterra entre 1940 y 1941, el país envió tropas a combatir en la mayoría de las batallas contra Alemania en Europa occidental, contra Italia en el norte de África y contra Japón en las colonias británicas del Pacífico. Durante la segunda mitad de la guerra, los británicos ayudaron en gran manera en la derrota de Italia durante la invasión, también estuvieron presente en el Desembarco de Normandía para seguir su avance hasta el Reich y llevaron a cabo bombardeos aéreos masivos sobre la mayoría de ciudades alemanas.
El Reino Unido ya había insistido a Hitler a poner fin a su expansión luego de la anexión de Austria y la invasión de Checoslovaquia. Sin embargo, Alemania llevaría a cabo una invasión a gran escala sobre Polonia Occidental. El 1 de septiembre de 1939 inicia la operación sobre Polonia. Este ataque hizo que el Reino Unido junto a Francia le declararan la guerra inmediatamente a Alemania, iniciándose así la Segunda Guerra Mundial. A los 16 días la Unión Soviética también hizo un ataque a Polonia por el Oriente.
La declaración de guerra tomaría por sorpresa a Hitler, pero eso no evitó que los nazis siguieran avanzando por territorio polaco, en donde realizaron masacres contra civiles judíos polacos. En menos de un mes, los nazis ya habían tomado el lado occidental de Polonia y habían devastado a su capital Varsovia. En primera instancia, pese a estar en guerra con los alemanes, los británicos no movilizaron tropas.
Luego de estar meses sin combates, Alemania sigue su expansión invadiendo Noruega y Dinamarca. Los daneses cedieron al instante, pero los noruegos opusieron resistencia. Durante dos meses, en la llamada Campaña de Noruega, los británicos envían tropas a Noruega para luchar contra Alemania; finalmente, los británicos deciden retirarse de esta zona para ayudar a Francia; y Noruega es ocupada por los alemanes hasta el final de la guerra.
El Reino Unido envió tropas a Europa Occidental cuando los alemanes invadieron Bélgica, Luxemburgo, Países Bajos y Francia en mayo de 1940. Tras efectivas operaciones orientadas en la guerra relámpago, Alemania logró avanzar rápidamente por los primeros territorios, aunque eso implicó en la destrucción de la ciudad holandesa de Róterdam. La Fuerza Expedicionaria Británica avanzó hacia el norte de Bélgica e intentó detener el avance de los alemanes, pero estos últimos dominaban los territorios belgas rápidamente. Finalmente, las tropas británicas en territorio europeo fueron derrotadas.
Luego de conquistar Bélgica, los alemanes entran en Francia a través de las Ardenas. Las tropas británicas, junto a las francesas, son acorraladas y retroceden hacia el norte de Francia. Los alemanes ya habían ocupado Francia, pero aún quedaban muchos soldados británicos y franceses en el territorio. Estas tropas para salvaguardarse debieron huir por el Canal de la Mancha desde la ciudad de Dunkerque hasta Inglaterra. Durante este mismo periodo, Winston Churchill llega al poder en el Reino Unido, instando a no renunciar a la guerra y luchar hasta el final.
Para mediados de 1940, el Reino Unido era el único país europeo que significaba una amenaza para Alemania, además de ser prácticamente la única nación europea en resistirse a ella. Los nazis sabían del gran poder de los ingleses, así que idearon un plan de invasión conocido como Operación León Marino. Para poder invadir Gran Bretaña, los alemanes debían previamente atacar las instalaciones militares importantes de los británicos. Como sabían que no tenían posibilidad de anular a la marina británica, decidieron orientar sus ataques en contra de la fuerza aérea británica: la Real Fuerza Aérea británica.
Tras el ataque británico sobre Alemania, los aviones nazis orientaron sus ataques directamente a las ciudades de Inglaterra, en lo que se conoció como el Blitz. En primera instancia, la Luftwaffe (fuerza aérea alemana) concentró su poder en Londres, la capital del Reino Unido. Los bombardeos sobre Londres devastaron la ciudad y mataron a miles de personas. Durante el mismo periodo (septiembre-noviembre), también hubo ataques contra Birmingham y Brístol, y los alemanes, en su afán de venganza, bombardearon ciudades reconocidas por su arquitectura y cultura como Exeter y Bath.
Posteriormente, los alemanes continuaron sus ataques aéreos entre noviembre de 1940 y febrero de 1941, alcanzando entonces a Coventry (con la destrucción casi total de esta pequeña ciudad), Birmingham, Liverpool, Plymouth, Mánchester, Sheffield y Hull, llegando la Luftwaffe a bombardear Belfast, en la isla de Irlanda. La ciudad de Londres siguió siendo atacada por la Luftwaffe, con menos frecuencia pero de forma más potente aún. El bombardeo sobre las ciudades británicas ya llevaba cerca de 43 000 muertes.